martes, 23 de diciembre de 2008

GALERAS 17

MÁS POESÍA - SABOR A MÍ

jueves, 18 de diciembre de 2008

GALERAS 16

GALERAS DEL GALEOTE
POESÍA PURA
-
SOY
Soy la más pequeña aldea
en un distante lugar,
soy el ruido y la marea
del inmenso mar,
no soy cadenas ni rejas
soy azúcar y soy sal,
si me quieres o me dejas
me da igual. . .
----------------------------------
Soy un poco vagabundo
lo mismo vengo que voy,
viajo solo por el mundo
y feliz estoy,
amo al sol que se levanta
la fragrancia de una flor,
y me gusta como canta
el ruiseñor...
----------------------------------
Soy, como la brisa
que, siempre de prisa
no, no anuncia su partida
y, como el dinero
soy, donde yo quiero
voy, sin una despedida...
(coro)
----------------------------------
Soy el agua de los ríos
que corriendo siempre está,
todo lo que tengo es mío
y de los demás,
soy un gallo en la mañana
un gato al anochecer,
me he comido la manzana
del placer. . .
-----------------------------------
Soy un mendigo ante el diablo
y millonario ante Dios,
hablo poco cuando hablo
sin alzar la voz,
soy además mentiroso
soy vanidoso y buen actor,
y quisiera ser dichoso
en el amor. . .
-----------------------------------
Soy, como la brisa
que, siempre de prisa
no, no anuncia su partida
y, como el dinero
soy, donde yo quiero
voy, sin una despedida. . .
(coro)
-----------------------------------
Sin una despedida,
no anuncia su partida...
(varias veces)
-----------------------------------
Yo soy la brisa que al pasar se va,
aquella brisa que no vuelve más...
(varias veces)
-----------------------------------
Soy, como la brisa
que, siempre de prisa
no, no anuncia su partida
y, como el dinero
soy, donde yo quiero
voy, sin una despedida...
(coro)
-----------------------------------
Soy...

 Veamos a las voces originales de la Charanga 76. Desde Cubita la Bella, Hansel y Raúl:




 
Composición del cubano Willy Chirino
Interpretan: La Charanga 76 (audio) y La Charanga Mayor (video)




miércoles, 17 de diciembre de 2008

GALERAS 15

GALERAS DE TURISMO
VISITE ZAÑA (en Chiclayo, Perú).
A continuación, algo de historia.
Santiago de Miraflores de Zaña
Zaña, o Saña, se encuentra ubicada sobre la margen derecha del río del mismo nombre, 45 kilómetros al sur de Chiclayo, a una altitud de 95 metros sobre el nivel del mar, y dentro de la jurisdicción del departamento, hoy región, de Lambayeque. El valle de Zaña fue estratégico desde los tiempos prehispánicos; era un lugar intermedio en el camino del norte y punto de entrada a la sierra. Su importancia y ubicación relativa era parecida a la que ahora tiene Chiclayo. El nombre de Zaña aparece muy temprano en la historia del Perú. Pizarro en su viaje de Tumbes a Cajamarca pasó por su valle en 1532 y de allí subió a la sierra. Al narrar estos sucesos el historiador José Antonio del Busto nos ilustra acerca del río y de su contraste con el desierto: “Pizarro y sus hombres entraron a Saña al atardecer del miércoles 6 de noviembre. El pueblo tenía grandes depósitos de ropa y de comida,... El río del lugar, que venía de crecida, detuvo un día a los cristianos, tiempo que sirvió a todos de reposo... La tropa lo pasó en balsas de mates, llevando consigo las sillas de montar; las cabalgaduras... Lo hicieron como siempre. Puestos en la otra orilla los soldados se detuvieron a mirar el panorama: fuera del valle seguía el horizonte de arena...” Aunque ya desde 1536 Pizarro había entregado las primeras encomiendas en Mocupe y Zaña a don Félix Alonso Morales, la ciudad nació muchos años después. La villa fue fundada por el capitán Baltasar Rodríguez, vecino de Trujillo, por mandato de don Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva, cuarto virrey del Perú, el 29 de noviembre de 1563 con el nombre de Villa de Santiago de Miraflores de Zaña. Hasta ahora se celebra en Zaña ese día una gran fiesta con motivo del aniversario de la fundación de la ciudad, la que al igual que las de Ica y Chancay, constituyó parte del cumplimiento de las instrucciones dadas al virrey por la Corona para intensificar la colonización del Perú. Como paso previo a la fundación de la ciudad, siete meses antes, se había dispuesto un reconocimiento para la selección del lugar más apropiado, tarea que se encomendó a don Diego de Pineda y Bascuñán, vecino de Trujillo, quien el 25 de abril de 1563, escogió un lugar ubicado en la margen derecha del río Zaña y muy próximo a él. Para la fundación se eligió “un antiguo tambo situado en el viejo camino de los incas, junto al frecuentado vado del río...” El lugar escogido para la nueva ciudad les pareció muy conveniente a los colonizadores, pues existía un sistema de riego, había agua abundante, bosques de algarrobos, tierra fértil y pocos indios, además ocupaba una posición intermedia entre Trujillo y San Miguel de Piura y tenía acceso a la sierra. En las épocas preincaica e incaica había habido una intensa ocupación del lugar, como puede verse por los restos existentes, especialmente de huacas. Muy cerca, a prudente distancia del río y en las faldas del cerro Corbacho, se encontraba el Tambo Real. Sin embargo, los españoles se ubicaron en una zona muy próxima al río. La plaza, centro de la nueva ciudad, quedó apenas a unos 200 metros del río. En cambio, los antiguos moradores del valle se habían ubicado en las faldas del cerro Corbacho, lejos del río y de lo que ahora llamaríamos sus áreas de inundación. El trazo de la nueva ciudad se hizo en cuadrícula, como en Lima y Trujillo. Se decidió que los españoles ocuparan la banda derecha del río, al norte, y que los indios ocupasen la banda izquierda, al sur. Vargas Ugarte en su Historia General del Perú dice al respecto que se acordó “...señalar por tierras, dehesas y éjidos de la villa y sus vecinos todas las tierras que quedaban a la banda Norte del río hacia Piura, tanto las que suben a la sierra como las que descienden hacia el mar y a los indígenas se les dio las de la otra banda, a fin de que el río dividiese las unas de las otras y se evitasen conflictos y depredaciones”. Sin embargo, tiempo después de pondría en evidencia la vulnerabilidad del lugar escogido para la fundación de la villa de Miraflores. La ciudad quedó junto al vado del río, que normalmente es un lugar que reúne buenas condiciones para cruzarlo en época de estiaje, como hizo Pizarro en 1532, pero totalmente inadecuado para instalar en sus inmediaciones un centro poblado, por ser fácilmente inundable. Como puede verse la fundación de la nueva ciudad fue planificada cuidadosamente, y con bastante anticipación, de acuerdo a los conceptos de la época. La intención era hacer de Zaña una gran capital regional, como ha sido claramente señalado por la historiadora estadounidense Susan E. Ramírez. Sin embargo, su ubicación en las áreas de inundación del río la volvió extremadamente vulnerable. Lo mismo ocurría con gran parte de su valle. Luego de la fundación se repartieron solares y tierras a 41 vecinos provenientes de Trujillo, que se establecieron para fundar la villa. La jurisdicción de Zaña se extendió desde los arenales próximos a Pacasmayo hasta Jayanca. Diez años después de la fundación se decía que “la producción del valle era grande en trigo y maíz y mucho ganado de cría, especialmente de cerda, por los muchos algarrobales que existen...”. La agricultura continuó expandiéndose, sembraron caña de azúcar, trigo, frijoles, centeno, garbanzos, frutales y olivares. Como es sabido, en el valle de Zaña se encuentra la antigua hacienda Cayaltí, otrora emporio cañero de la zona. Más tarde desarrollaron intensamente la ganadería. Zaña se convirtió en un foco comercial importante de la costa norte. Su puerto era el de Chérrepe, a siete leguas de la ciudad, desde el que se realizaba el comercio interno y además se exportaba a Guayaquil, Panamá y Chile. A fines del siglo XVII Zaña había alcanzado gran esplendor y fama; era una ciudad de importancia que parecía destinada a rivalizar con Trujillo. A partir del corregimiento de Trujillo se desmembró el de Zaña, al que se agregó el partido de Chiclayo. Una circunstancia muy conocida en la historia de Zaña es que en ella murió el jueves santo, 23 de marzo de 1606, durante una visita pastorl a Pacasmayo, Chérrepe, Reque y Zaña, el segundo arzobispo de Lima, más tarde canonizado como santo Toribio de Mogrovejo y, posteriormente, reconocido como patrón de Zaña y abogado de los indios, cuya fiesta se celebra el 27 de abril. Como consecuencia del auge económico originado por la agricultura, la villa de Zaña poseía hermosas residencias, varios conventos y ricos templos, que llegaban a siete, como los de San Agustín, la Iglesia Matriz, San Francisco, Las Mercedes, San Juan de Dios, Santa Lucía y la Parroquia de Indios. A los que puede añadirse la capilla anexa a la casa donde murió Santo Toribio. En su valle tenía próspera agricultura e intensa actividad comercial. Toda esta prosperidad se basaba en los excedentes económicos generados por la agricultura bajo riego. El obispo de Trujillo Baltasar Jaime Martínez de Compañón y Bujanda ordenó la preparación de un mapa topográfico de la provincia de Zaña, perteneciente a su obispado, y un plano de la ciudad, que hasta ahora se conservan. El convento de San Agustín, del que queda en pie una importante parte, es la obra de mayor valor arquitectónico de la villa de Zaña. El claustro, que data del siglo XVI, tiene unas hermosas arquerías de tipo romano. El convento estuvo en funciones hasta 1830, fecha en que fue abandonado, hasta el siglo XX en que durante los gobiernos del arquitecto Belaúnde se hizo algunas labores indispensables de limpieza y mantenimiento. El arquitecto Pimentel en un interesante artículo sobre Zaña expresa que las ruinas de sus iglesias y conventos constituyen “interesantes documentos para la historia de la arquitectura hispanoperuana”. Se tiene una noticia muy clara de la importancia y opulencia de Zaña en la obra del licenciado lambayecano Justo Modesto Rubiños y Andrade, cura de Pacora y Mórrope, y cuyo padre había sido teniente corregidor de Zaña, quien en 1782 recordando lo que había sido la villa se refirió a ella como “...la más heroica y nunca vista de todas estas hermosas provincias, y en que se construyeron muy bellas casas a todo costo por la posibilidad de sus nobles vecinos. Los edificios, todos de bóvedas, y locerías que construyeron los mejores alarifes europeos, quienes delinearon aquellas magníficas obras, principiando por la iglesia matriz, que hasta hoy existe, aunque quebrantada, y un cabildo de portales en la plaza principal con las piezas correspondientes, y sala capitular; y en que las Religiones edificaron sus conventos a costa de muchos miles, en que coadyuvó el Rey...”. El licenciado Rubiños consideró a Zaña “un pequeño Potosí”. El historiador Vargas Ugarte dice que Zaña “fue una de las poblaciones más prósperas del norte”. La ciudad tenía tanta fama y riqueza que fue asaltada por el pirata Edward Davis, quien el 4 de marzo de 1686, luego de desembarcar en Chérrepe, saqueó la ciudad durante seis días. El historiador Teodoro Hampe Martínez, quien se refiere a Zaña como la “Sevilla del Perú”, menciona que los piratas “... se apoderaron de la ciudad, saquearon numerosas casas y acumularon un botín de 300 000 pesos en plata, joyas y ropa, además de 400 botijas de vino. Vargas Ugarte señala que este hecho “ahuyentó a sus habitantes y paralizó su desarrollo”. Como si esto fuera poco, al año siguiente la ciudad sufrió las consecuencias del terrible terremoto de 1687. Sin embargo, la vinculación de Zaña con las desgracias y con las inundaciones era muy antigua. Collin Delavaud en su interesante libro sobre Las regiones costeñas del Perú Septentrional, dice que Zaña es “el que conoció las mayores vicisitudes de todos los valles del norte”. A los pocos años de fundada la ciudad se produjo el Meganiño de 1578, cuyos estragos fueron enormes, especialmente en lo que posteriormente sería el departamento de Lambayeque. Ese año llovió copiosamente en el norte del Perú durante aproximadamente dos meses. Se tiene noticia que las lluvias ocurrieron en Trujillo, Zaña, Chiclayo, Lambayeque, Piura y otros lugares de la costa norte. Como consecuencia de estas lluvias hubo numerosas inundaciones por desborde de ríos, que en algunos casos se sumaron a las originadas por el exceso de agua superficial proveniente de la lluvia en los lugares de drenaje insuficiente. En otras partes se produjo el conocido fenómeno de activación de quebradas. Por una razón u otra quedaron inundadas extensas áreas. Es fácil imaginar que tal exceso de agua en lugares habitualmente secos de la costa norte peruana, con predominio de construcciones precarias y mal ubicadas, es decir de alta vulnerabilidad, tendría que producir importantes daños. Se sabe de pérdida de vidas humanas, principalmente por ahogamiento, falta de alimentos y por problemas de salud. En Lambayeque perdieron la vida alrededor de mil personas. La villa de Zaña, que tenía quince años de fundada, sufrió con las lluvias de 1578 su primera inundación. El río se desbordó e inundó con gran fuerza la población. Un testigo señala que las aguas del río Zaña traían troncos de árboles arrancados de raíz, las casas quedaron destruidas y el río se llevó todo lo que por aquel entonces se llamaba el pueblo de los españoles. Las lluvias duraron unos cuarenta días. Indudablemente que esta inundación de la ciudad recientemente fundada mostró su vulnerabilidad, pero no se le dio a este acontecimiento la importancia debida.
En 1720 Zaña volvería a ser inundada por las aguas de su río, produciéndose su destrucción. Pero a pesar de eso aún quedan vestigios de su gloria, el misterio de su condición de pueblo fantasma, de villa perdida y mágica.

Tomado de: ROCHA FELICES, Arturo. La inundación de Zaña de 1720. Universidad Nacional de Ingeniería, 2007

jueves, 11 de diciembre de 2008

GALERAS 14

PISCO VIÑEDOS TATAJE
Categoría: Pisco puro
Cepa de uva quebranta
Alcohol: 41 grados
Origen: Ica - Perú
Botella de 500 ml.
Presentación en caja de cartón
GALERAS DEL GALEOTE
PISCO VIÑEDOS TATAJE
(un comercial)
Y
EN ELOGIO DE LA UVA QUEBRANTA:
UVA QUEBRANTA
“Variedad no aromática de uva, producto de la mutación genética de la uva negra traída al Perú en el siglo XVI por los españoles, sometida a las condiciones ambientales del clima seco y de sol extremo de las provincias ubicadas alrededor del valle de Pisco y sus chacras de El Caucato. La uva quebranta tiene forma redonda, piel dura y delgada. El tamaño y color de esta vid dependen de muchos factores relacionados con el proceso de cultivo, siendo generalmente grande y de tono violáceo. Su pulpa es carnosa y tan dulce como la miel, con cierto sabor áspero. Se le considera una variedad típicamente peruana debido a que es diferente de cualquier otra del mundo. Da origen a un vino abocado y por sus pepas enormes no es la mejor uva de mesa, pero destilada en tiempos inmemoriales por los cholos de Ica, se convirtió desde siempre en el espíritu yunga hechicero que dio origen para la eternidad a nuestro pisco puro y a sus derivados aromáticos y mixtos...”

martes, 9 de diciembre de 2008

GALERAS 13

GALERAS DE CINE
HUMPHREY BOGART
Un símbolo del cine de todos los tiempos, el más antinorteamericano de los actores norteamericanos. Recordamos 2 películas suyas que han marcado a millones de seres humanos: El bosque petrificado y Casablanca. Por ahora basta.

domingo, 7 de diciembre de 2008

GALERAS 12

NIÑOS ÍNDIGO
(versión a favor)
Nuevos seres de luz están poblando la Tierra con un alto potencial intelectual y una nueva conciencia interna. Estos niños vienen con la misión de romper los antiguos esquemas sociales que atan a la humanidad para lograr mediante la transformación de la humanidad transmutar la infelicidad en la Tierra. Una nueva raza humana, más sensible y democrática, menos autoritaria y manipuladora, ya comienza a poblar el Planeta. Se trata de seres especiales aunque tan terrenales como sus padres. Solo que, a diferencia de estos, traen consigo la tarea de propulsar cambios en la humanidad. Bautizados como Niños Índigo, estos muchachos tienen la capacidad de ver mas allá de los espectros de la Luz, escuchar todo tipo de sonidos, incluso su propio fluido sanguíneo, y denotan una destacada hipersensibilidad táctil. "Los Niños índigo, como su nombre lo sugiere, no son Niños azules, si no que se les denomina así porque su aura, o campo energético, tiende a reflejarse dentro de los colores añiles, azules, manifestando la utilización de centros energéticos superiores". Es por esto que se les adjudican grandes dosis de intuición, que se demuestra en el desarrollo de la telepatía, cualidades para predecir el futuro, y hasta reconocer la presencia de Seres de Luz como Guías o Ángeles a su alrededor. Además, algunos menores llegan al mundo con el don de la sanación. Pero, por que vienen al planeta Tierra? La Psicoespiritualidad es un concepto relativamente nuevo, que se refiere a la psicología transpersonal, donde se unen el conocimiento del Ego con el conocimiento del alma. La llegada de estos "nuevos hombres" no es casualidad, sino que tienen una tarea muy especifica por delante. "Porque son puentes entre la tercera y cuarta dimensión, y el verdadero cambio lo activan en la familia, en el hogar". Estos niños llegan al planeta con la misión de aumentar la vibración, y poseen mejores condiciones biológicas para manejar las impurezas creadas por el hombre, incluso un potencial de cambio en su ADN. Científicamente ya tenemos confirmación del cambio que aportan estos chicos, manifestándose en la activación de 4 códigos más en el ADN. Lo normal en los humanos es tener 4 núcleos que, combinados en sets de 3, producen 64 patrones diferentes, llamados códigos. Los humanos tenemos 20 de esos códigos activados que proporcionan toda la información genética. Exceptuando 3 códigos, que son los códigos de arrancar y parar como si fuese un ordenador. Hasta ahora la ciencia ha considerado a estos códigos desactivados con programas remotos que hoy en día no necesitamos. Pero aparentemente los Niños Índigos nacen con un potencial de activación de cuatro códigos más, que se denota en un claro fortalecimiento del sistema inmunológico. Esto ha quedado demostrado en estudios realizados en la Universidad de California (UCLA). Algunos de estos experimentos han consistido en mezclar células de niños índigos con dosis letales de virus de Sida y con células cancerosas, que no tuvieron efecto alguno en las células de los infantes. "La conclusión es que estos pequeños vienen con un sistema inmunológico fortalecido, manifestando inmunidad a las enfermedades". Los Niños Índigo (término reconocido a nivel internacional) nacen en cualquier clase socioeconómica y se caracterizan, básicamente, por poseer un nuevo estado de conciencia. Sin embargo, ciertos rasgos físicos distinguen a los niños azulados del nuevo mundo: Son mas delgados, tienen ojos grandes, ligeramente abultado el lóbulo frontal, por lo general zurdos o ambidiestros. Comen poco, e incluso, algunos son vegetarianos por no soportar la carne. Y es que, en 1999 esta nueva raza ya abarcaba el 80% de la población infantil mundial, por lo general en querubines menores de diez años de edad. Valores Renovados La crianza y los valores que se transmitan a los niños de la actualidad, requiere de parte de padres y especialistas una revisión. Y para ello hay que tomar en cuenta, ante todo, que las criaturas de la nueva Era no aceptan la imposición ni la autoridad, rechazan la manipulación, la inautenticidad y la deshonestidad. Tampoco aceptan los viejos trucos de la disciplina basados en crear temor y culpa. A los Niños Índigos les gusta ser tratados y honrados como individuos, por ello la crianza emocional debe basarse en la visibilidad y la transparencia. A los los Niños Índigo no se les debe avergonzar ni culparlos, mentirles ni gritarles. Por el contrario, hay que preservarles la autoestima. Se les debe brindar la posibilidad de elegir y, al mismo tiempo, evitar la comparación. Deben recibir disciplina sin emoción. Otras características importantes para la crianza emocional de los pequeños es estimular su excelencia, mas no la competencia entre personas. Y, además, involucrar el buen humor. Existen palabras claves durante el proceso de enseñanza de los pequeños, de acuerdo a su edad biológica, basados en las Siete Leyes Espirituales para los Padres. Por ejemplo:
* Hasta el primer año de vida: las palabras esenciales son amor, afecto y atención. A los bebes hay que tocarlos, abrazarlos, proveerles mucha seguridad y, además, jugar con ellos. * Entre el primer y segundo año: Hay que resaltar los términos libertad, respeto y estímulo. Durante esta etapa se prueba el desapego a los padres. No hay que condicionarlos a través del temor. Hay que evitar que el niño conecte el dolor como sinónimo de malo, de debilidad. Si así fuese no habría espacio para el crecimiento espiritual. * Entre los 2 y 5 años: Merecimiento, explorar y aprobar, son las palabras claves, época de transición entre el Yo Soy y el Yo puedo. Si le reprimimos el sentirse poderoso no se logrará que sea un adulto capaz de enfrentar cualquier reto. * Entre los 5 y 8 años: el niño ya asimila conceptos más abstractos. Por ello hay que manejar los términos dar, compartir, aceptación, verdad y no juzgar. A ellos les encanta compartir cuando sienten amor. Si se les enseña que para dar tienen que perder algo, entonces no aprenden el verdadero significado de dar. En cuanto a la verdad, deben aprender que va acompañada de un sentimiento agradable y no como antesala a un problema, en caso de ocultarla. * Entre los 8 y 12 años: El niño ahora convertido adolescente, requiere que los padres manejen términos como la experiencia, la responsabilidad y el estar alerta. Los que aprendieron las lecciones de la crianza espiritual, entonces reflejaran la confianza de sus padres. De lo contrario, se encontrará confuso, cederá a las presiones amistosas y buscará experiencias indiscriminadas.
Los colegios y demás centros educativos, deben estar atentos para reconocer la presencia de Niños Índigos dentro de los salones escolares. Es muy comprensible que nos preguntemos como decirles a los profesores cómo educar a nuestros hijos aunque estos particulares alumnos no funcionan con los métodos de enseñanza tradicionales. Por el contrario, aprenden de forma reflexiva y participativa, mas no mediante la memorización. Por ello no extraña que a muchos de estos pequeñines se les califique como niños problemas, ya que se dispersan con gran facilidad durante las clases.

sábado, 6 de diciembre de 2008

GALERAS 11

GALERAS DE PERIODISMO
ENTREVISTA A MARÍA DE JESÚS GONZALES (BAUSATINA DE ÉXITO)
En mayo del presente año, el diario Ajá entrevistó a la hermosa María de Jesús, periodista egresada de la Universidad Jaime Bausate y Meza (y promoción del Galeote).
"LUCECITA ES UN 'CHANCAY DE A VEINTE' A MI LADO"
La rica María de Jesús confiesa ser paisana de Marina Mora, hincha del papapán, y que tiene buenas yucazas de familia, por norteña y por la chamba diaria.
Gracias a su carisma, dulce rostro y exuberante figura, María de Jesús Gonzales Figuerola es -hoy por hoy- una de las conductoras con mayor acogida de “Confirmado noticias” en TV Perú.
La periodista, en conversación con Ajá, dejó por un momento el lado serio que muestra en pantallas para señalar que la colombiana Lucecita es “un chancay de a 20 a mi lado”.
“Me encanta Lucecita, es una mujer guapa y me parece bien que muestre una parte de ella: una buena silueta, y no por eso va a dejar de tener cerebro. Tiene lo suyo y la felicito, dejemos de satanizar a las mujeres que muestran un poco más. Al público hay que darle de todo, si quiere ver a una chica sexy ahí tiene a Lucecita, quien con Joselito hacen una buena dupla”, precisó María de Jesús.
- ¿Lucecita tiene lo suyo, pero tú no te quedas atrás?
- Claro que no, Lucecita es un 'chancay de a veinte' a mi lado, ja, ja, ja.
- ¿Cómo haces para mantenerte en forma?
-Como bastante y no hago ejercicios. Mi secreto es trabajar harto, además de estar en el programa (“Confirmado Noticias”), soy jefe de Relaciones Públicas de Sierra Exportadora, encargada del papapán y veo algunas cosas de la empresa de mi padre.
- El papapán fue un golazo en la cumbre ALC-UE.
-Así es, estuvo en el desayuno, almuerzo y cena. Estamos en tratos para exportarlo, y Chile es uno de los países más interesados en importarlo.
- ¿Volviendo a tu físico, cuáles son tus medidas?
-No tengo idea, pero estoy contenta con lo que Dios me dio, como buena norteña tengo lo mío y mi esposo dice que todo lo que tengo, lo tengo bien puesto.
- ¿Eres casada, para tristeza de tus fans?
- Así es, me casé hace dos años, aún no tengo hijos, pero este año mi proyecto más importante es encargar a la cigüeña.
- ¿De qué parte del Norte eres?
- De Guadalupe, de la tierra de Marina Mora, somos amigas, estudiamos en el mismo colegio: Santa Inés de madres dominicas, y como ella también fui reina del colegio.
A María de Jesús, reina como todas las mujeres, Galeras le dedica esta simple canción:

viernes, 5 de diciembre de 2008

GALERAS 10

GALERAS MUSICALES
LA LEYENDA DEL ÚLTIMO BESO
Es un tema que identifica nítidamente a la juventud peruana. En la segunda mitad de los años 60, un Galeote niño, vio a los jóvenes de la época cantar a los cuatro vientos la historia del "Último Beso". En el presente año del siglo XXI, y más de 40 años después, el mismo Galeote sigue escuchando a los nuevos muchachos interpretar esos versos, ideales para la pubertad que está aprendiendo a tocar guitarra y a enamorarse.
Existe toda una polémica con los mexicanos sobre cuál es la versión en castellano mejor lograda (la original es en inglés). Para ellos es la de Polo. Para nosotros la de los Doltons supera incluso a la anglosajona. Veamos porqué. En YouTube se puede seguir los hechos de esa guerra digital peruano-mexicana, sazonados de palabrotas y de insultos, de mentadas de madre a la peruana, y de chingadas mexicanas.

jueves, 4 de diciembre de 2008

GALERAS 9

GALERAS DE PERIODISMO
TAMARIZ, Domingo: Memorias de una pasión. Tomo III. Lima. Jaime Campodónico Editores, 2006. 400 pp.
(Reseña tomada del Blog personal de Juan Gargurevich)
Domingo Tamariz acaba de publicar el tercer tomo de sus “Memorias de una pasión”, y sigue siendo la mejor historia personal del periodismo limeño que se haya escrito. El primero, de 1997, se tituló “La prensa peruana y sus protagonistas” y el autor tuvo el buen criterio de colocarle “Tomo I”, indicando que abarcaría solo de 1948 a 1963. El segundo tomo, que circuló en el 2001, llevó como subtítulo “La prensa peruana entre la democracia y el autoritarismo”. Y ahora, el tercero nos dice que se habla de “La prensa durante el terrorismo, la hiperinflación y el autogolpe”. Los tres tomos, dedicados a medio siglo la historia del periodismo limeño encierran una cantidad monumental de historias personales, anécdotas, dramas de cierres o clausuras, despidos arbitrarios, renuncias por convicciones, fundaciones de periódicos, fracasos dolorosos, desempleos forzados, desapariciones dolorosas. No todo es dramático en el periodismo, sin embargo, porque el balance de Tamariz es favorable al ejercicio de un oficio tan difícil. Y si cabe preguntarse el porqué de su elección, “Taquito” nos da la respuesta en el título de su obra: la vocación llevada a extremos de pasión. Recorrer los tres tomos nos acerca a la intimidad de los hombres y mujeres de prensa, contándonos cómo eran aquellos legendarios reporteros de los años cincuenta y que andando los años se convertirían en protagonistas centrales de los muy difíciles años del Gobierno Militar y luego de la reconstrucción del periodismo. Esa generación, la del Cincuenta, ya está de salida pero ha forjado a por lo menos dos generaciones más de los periodistas que han tomado la posta. Tamariz tiene 75 años pero francamente no los representa. Dinámico, vital, regordete de toda la vida, abraza con afabilidad a sus amigos y sonríe siempre. Nunca da paso atrás para un café con leche o un par de cervezas y si es en el centro de Lima, mejor. Y hay que aprovechar porque una buena charla con Taquito es un gustazo exquisito. Pocos como él saben historias de periodistas, de cacería de noticias, de redacciones. Y con una muy rara característica: para Tamariz todos los periodistas somos buenas personas; del resto no sabe, pero los colegas están siempre por encima de todo. Porque ¿cómo no va a ser buena gente alguien que en vez de ser comerciante, abogado o militar, decide ser periodista?Probablemente la otra pasión de Tamariz sea la de gitano. En su extensa biografía profesional, que se inicia con estudios de periodismo en la legendaria Escuela de la Universidad Católica, se registran una decena de títulos que se inician con “Pregón”, del experimentado Amadeo Grados Penalillo, que lo introdujo en el mundo de las redacciones precarias, las lúgubres imprentas del jirón Camaná y , sobre todo, en la certeza de la precariedad del oficio que ya nunca abandonaría. Revisemos los periódicos en que ha trabajado: Pregón, La Noche (de Balarezo), Ultima Hora, La Prensa (de Beltrán pero sobre todo del Jirón de la Unión), Varieté (puras vedettes) , Extra, Caretas, El Mundo (sociales), Intima (incursión en zona femenina), Orfeo (musical!), Corner (para los deportes), Así (pura política), Vistazo (su esfuerzo más querido, me parece), La Tercera de La Crónica, La Crónica (en tiempos de militares), Diario 80 (un esfuerzo descomunal), Punto y finalmente, desde 1982, nuevamente Caretas, donde ancló y está todavía participando. Pueden imaginar entonces a cuántos periodistas y periódicos habrá conocido y de cuántas situaciones ha sido testigo en tantos y variados contextos. La otra sub-vocación de Tamariz es la historia del periodismo y parece que quería trabajar una integral, desde los tiempos de fundación del Diario de Lima de 1790. Pero se decidió finalmente tomar como punto de partida… a sí mismo. Así, por tanto, se inicia esta historia: el día en que Taquito Tamariz, con veinte años cumplidos, cobró 50 soles por su primer artículo.
Juan Gargurevich

GALERAS 8

GALERAS DE FOLCLORE
Nuestra música es hermosa, variada, profunda. Para muestra, el demoledor huaino de la región del centro -con sabor a la Incontrastable Ciudad de Huancayo-, VASO DE CRISTAL, compuesto por el gigante aún no reconocido, Picaflor de los Andes, quien siendo un inmortal, falleció en el olvido hace más de 30 años, como muchos, demasiados, en el Perú.
Esta canción ve al amor como un arte, en consonancia con Erich Fromm, con Ovidio y con todos aquellos sabios que comprendieron que es preferible dar que recibir, aunque no parezca.
Lo interpretan Victoria de Ayacucho (Saywa en la actualidad, madre de la triunfadora de Viña del Mar, Damaris) y el cantante ecuatoriano Segundo Rosero, quien le cantaba a una chica de 17 años, y se ve que no sabía bailar huaino (conocido como "sanjuanito" o "zapateadito" por los vecinos del norte).
En octubre de 1998 se firmó la paz definitiva entre Ecuador y nuestro país. Alguien tuvo la magnífica idea de unir las voces de estos artistas como un homenaje a dos pueblos hermanos que nunca debieron estar enfrentados. La presentación fue en el Teatro Peruano-Japonés.

GALERAS 7

CÉSAR HILDEBRANDT
maestro del periodismo
Convertido en símbolo de la dignidad del periodismo peruano, Hildebrandt siempre tendrá mucho que decir, y los periodistas siempre tendremos mucho que aprender de él. Leerlo o escucharlo (como en este caso) siempre nos será ineludible.

martes, 2 de diciembre de 2008

GALERAS 6

EL GORDO WASHINGTON (DELGADO)
(El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos... Sí, pero también los recuerdos quedan, imborrables, como aferrándonos con ellos a la vida, a lo nuestro, a los nuestros.
Aquí, el recuerdo de un amigo, de un maestro.)
Una lejana tarde de mayo, en 1979, cuando tenía el privilegio de ser alumno del poeta Washington Delgado, quien con sus comentarios al margen y dominio del tema, no hacía sino confirmar que la poesía del Siglo de Oro Español es una delicia sin tiempo y sin fin, esa tarde, decía, coincidí con él en la puerta cerrada del aula, como dos almas en pena porque como de costumbre había paro de los trabajadores de San Marcos. La penumbra de la hora del ángelus, en esa zona de aulas de madera donde el Programa Académico de Literatura tenía dos, y que era conocida como "El Gallinero", en el tercer piso del pabellón de letras, justo al costado de donde llega la rampa, y en las que al ingresar era de ley encontrar los vestigios de ardientes jornadas de amor (toallas femeninas, papel higiénico, trusas que en la oscuridad no se habían podido encontrar), olores de letrina, o a las parejas o a los locos en franco desbande hacia sus respectivos clímax, permitió que Washington Delgado después de pedirme que esperásemos un ratito porque "si llegan más alumnos podemos hacer la clase en un cafetín", pontifique algo sobre literatura peruana, en especial sobre los orígenes, sobre las bases de la poesía peruana del siglo XX, cuando se iba como espuma de cerveza el último año de la década de los setenta. El Gordo Washington (como cariñosamente le decíamos, entre nosotros, los de mi base), pensaba que hubo dos primeras piedras, ambas consecuencia del González Prada pensador y del González Prada poeta, y de los obvios vasos comunicantes. Esos pilares eran, para el maestro, Abraham Valdelomar y su poema "Tristitia", y José María Eguren y su "Niña de la lámpara azul". Allí no más, en la Generación del Centenario, cada una de esas dos orientaciones habrían de tener a sus representantes más distinguidos y hasta la fecha insuperados: Valdelomar predecería a nuestro poeta mayor César Vallejo, y Carlos Oquendo de Amat devendría de la poderosa influencia musical y de imágenes de Eguren. El proyecto poético de Martín Adán trataría de beber de las dos vertientes. Fuera de que estemos de acuerdo o no, con aquello que apasionadamente me explicó el doctor Delgado, mientras jalaba aire como si tuviera frío y que era su costumbre luego de que lanzara una afirmación contundente o polémica, y que después con modificaciones, en 1980, aparecería en su libro sobre Literatura Peruana, lo cierto es que para mí como para el autor de Un mundo dividido, dos poetas irrenunciables son Vallejo y Oquendo. Próximamente en GALERAS DIGITAL, simplemente transcribiremos versos del hechicero de la palabra de Santiago de Chuco, porque sin decir nada, la suya es poesía universal; es POESÍA y basta. Hoy, le tocó el turno al poeta que representa la obsesión recurrente de este Galeote paranoico: "¡Oquendo, Oquendo, Oquendo, tan pálido, tan triste, tan débil que hasta el peso de una flor te rendía!":
Mírame
que haces crecer la yerba de los prados
(...)
Ataré mi corazón como una cinta a tus trenzas
(...)
Para ti tengo impresa una sonrisa en papel japón
(...)
Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas
(...)
r
o
s
n
e
c
s
a
n
u
compró para la luna 5 metros de poemas
(...)
Mujer mapa de música claro de río fiesta de fruta
(...)
mou Abel tel ven abel en el té (...)
... el vaso de agua de tu cuerpo y los dos reales de tus ojos nuevos
Al recordar al poeta maestro, Washington Delgado, y a un diálogo circunstancial que se pierde en los laberintos de mi memoria, me felicito por haberlo conocido así, solamente en los recintos académicos de San Marcos. Decían que recibía a los jóvenes en su casa de Lince. No fue necesario conocerlo en la paz de su hogar, porque habitaba y sigue habitando en todas partes con sus versos y con sus lecciones sobre literatura o sobre lo que es lo mismo, la vida. Gracias amigo de Las formas de ausencia, y de estos versos:
Te estoy perdiendo
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueño.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persiga siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.

GALERAS 5

Contra viento y marea, Tula es un poema de mujer...

sábado, 29 de noviembre de 2008

GALERAS 4

RECORDANDO AL MOSQUITO Y SUS OJERAS DE MAÑOSO

La presentación decía así:

Los mosquitos volamos, y en el aire, desde las alturas, vemos todo… Los mosquitos picamos con nuestra lanceta que parece la nariz del mentiroso Pinocho… Los mosquitos conocemos a todas y a todos tal como llegaron al mundo, puros y castos… Los mosquitos sabemos dónde picar cuando las chicas reciben al sol en la playa y cuando los hombres tienen los ojos cansados de ver lo que no deben… Los mosquitos como yo tenemos nuestra mosquita que más que una mosquita muerta es la comandante en jefe de los ejércitos del bien y del mal… Yo, como mosquito, tengo unas ojeras negras, profundas y viejas, que están así de tanto mirar los espectáculos del Perú y del mundo… Te he de comer con estos ojos sombreados de ojeras y de legañas, nada se me escapará si eres pez de la farándula... LAS OJERAS DEL MOSQUITO es una revista semanal especializada en espectáculos que son universos para ser, por sobre todo, vistos. De allí el cansancio visual de nuestro mosco jijuna. Y como todo insecto de su naturaleza ha de picar, pero más con los ojos que con otra cosa. Será molesto con sus zumbidos. Dará en el clavo cuando la ocasión lo amerite. No habrá DDT, ni espirales de humo, ni repelentes que impidan sus voluntades irrefrenables… LAS OJERAS DEL MOSQUITO han llegado para entretenernos y para quedarse en los mosquiteros y en el corazón de los peruanos…

Las consentidas (selección corregida y aumentada) están al inicio de estas GALERAS 4.

GALERAS 3

BABILONIA REVISITADA
(Segunda Parte) Charlie no puede liberarse del pasado
III
Despertó sintiéndose feliz. La puerta del mundo estaba abierta otra vez. Hizo planes, trazó panoramas, futuros para Honoria, pero de pronto se entristeció, recordando todos los planes que había hecho con Helen. Ella no tenía planeado morir. Lo importante era el presente: un trabajo que hacer y alguien a quien amar. Pero no amar demasiado, pues Charlie sabía el daño que un padre puede inferir a una hija o una madre a un hijo cuando se apegan demasiado a ellos. Después, cuando se encuentra en el mundo, el chico busca en el cónyuge la misma ciega ternura y, como es probable que no la halle, se vuelve contra el amor y la vida. Era otro día luminoso, vigorizante. Llamó a Lincoln Peters al banco en que trabajaba y le preguntó si podía contar con llevarse a Honoria cuando se fuese a Praga. Lincoln admitió que no había motivos para demoras. Una cosa: la tutoría legal. Marion quería conservarla un tiempo más. Todo eso la había trastornado, y todo resultaría más fácil si sentía que tenía la situación en sus manos durante otro año. Charlie aceptó, pues sólo quería a su hija, visible, tangible. Luego, la cuestión de la institutriz. Charlie, sentado en una lúgubre agencia, conversó con una malhumorada bearnesa y con una rolliza campesina bretona, a ninguna de las cuales habría podido soportar. Había otras, a quienes entrevistaría al día siguiente. Almorzó con Lincoln Peters en Griffons, tratando de contener su alegría. -No hay nada como el hijo propio -dijo Linnncoln-. Pero espero que entiendas también lo que siente Marion. -Se ha olvidado de lo mucho que trabajé allá, durante siete años -respondió Charlie-. Sólo se acuerda de una noche. -Una cosa más. -Lincoln vaciló-. Mientras tú y Helen corrían por Europa, malgastando dinero, nosotros nos las arreglábamos apenas para vivir. No me tocó nada de la prosperidad, porque jamás avancé lo bastante para pagar otra cosa que mi seguro. Creo que Marion sintió que había algo de injusticia en eso... tú ni siquiera trabajabas al final, y te enriquecías cada vez más. -Se fue tan rápido como vino -dijo Charlie.. -Sí, gran parte de eso quedó en manos de los chasseurs y saxofonistas y los maitres; bueno, la gran fiesta ha terminado. Te lo digo para explicarte lo que siente Marion en relación con esos años locos. Si pasas por casa alrededor de las seis, antes que Marion esté demasiado cansada, arreglaremos los detalles allí mismo. De regreso a su hotel, Charlie encontró un pneumatique que había sido remitido desde el Ritz, donde dejó su dirección con el fin de encontrar a cierta persona. Querido Charlie: Te mostraste tan extraño el otro día, cuando te vimos, que me pregunté si había hecho algo que te ofendiera. No tengo conciencia de haberlo hecho. En realidad, pensé mucho en ti, el año pasado, y en el fondo de mis pensamientos estaba siempre la idea de que podría verte si iba allá. Pasamos tan buenos momentos en esa loca primavera, como la noche en que tú y yo robamos el triciclo del carnicero, y la vez que tratamos de visitar al presidente y tú tenías el ala del sombrero y el bastón de alambre. Últimamente todos parecen tan viejos, pero yo no me siento nada envejecida. ¿No podríamos vernos hoy, en algún momento, para recordar tiempos pasados? Ahora tengo un tremendo dolor de cabeza, pero esta tarde me sentiré mejor y te esperaré a eso de las cinco en el bar del Ritz. Siempre con cariño, Lorraine. Su primer sentimiento fue de horror al pensar que en sus años maduros hubiese podido robar un triciclo y pedalear con Lorraine por la Etoile, entre las últimas horas de la noche y el alba. Retrospectivamente, resultaba una pesadilla. Dejar en la calle a Helen no concordaba con ningún otro acto de la vida, pero el incidente del triciclo, sí; era uno de tantos hechos similares. ¿Cuántas semanas o meses de libertinaje hacían falta para llegar a ese estado de absoluta irresponsabilidad? Trató de imaginar qué le parecía entonces Lorraine: muy atrayente. Helen se sentía muy desdichada al respecto, aunque no decía nada. La víspera, en el restaurante, Lorraine le había parecido vulgar, borrosa, gastada. Decididamente, no quería verla, y se alegró de que Alix no hubiese revelado la dirección de su hotel. En cambio, resultaba un alivio pensar en Honoria, en domingos pasados con ella, y en decirle buenos días y saber que estaba allí, en casa, por la noche, respirando en la oscuridad. A las cinco tomó un taxi y compró regalos para todos los Peters: una traviesa muñeca de paño, una caja de soldados romanos, flores para Marion, grandes pañuelos de hilo para Lincoln. Cuando llegó al departamento vio que Marion había aceptado lo inevitable. Lo saludó como si fuese un miembro recalcitrante de la familia, antes que como un extraño peligroso. Honoria había sido informada de que se iba; Charlie se alegró de que el tacto de la niña la hiciera ocultar su excesiva dicha. Sólo en su regazo le susurró su placer y la pregunta "Cuándo", antes de ir a reunirse con los otros chicos. El y Marion estuvieron a solas durante un minuto en la habitación, y en un impulso, Charlie habló con osadía: -Las pendencias de familia son cosas amargas. No se desarrollan de acuerdo con reglas. No son como los dolores o las heridas; se parecen más a rasgaduras de la piel, que no curan porque no hay material suficiente. Me gustaría que tú y yo tuviéramos mejores relaciones. -Algunas cosas resultan difíciles de olvidar -respondió ella-. Es un problema de confianza. -No había respuesta para esa información. Luego ella preguntó: ¿Cuándo te propones llevártela? -En cuanto consiga una institutriz. Tenía pensado irme pasado mañana. -Es imposible. Tengo que poner sus cosas en condiciones. No podrá ser antes del sábado. Charlie cedió. Al regresar, Lincoln le ofreció una bebida. -Tomaré mi whisky del día -dijo Charlie. El ambiente estaba cálido, era un hogar, gente reunida junto al fuego. Los chicos se sentían muy seguros e importantes; la madre y el padre estaban serios, vigilantes. Existían para ellos cosas más importantes que la visita de él. Una cucharada de remedio tenía, al fin de cuentas, más importancia que las tensas relaciones entre Marion y Charlie. No eran gente chata, pero se encontraban presos de la vida y las circunstancias. Se preguntó si no podría hacer algo para sacar a Lincoln de su rutina del banco. Un largo timbrazo en la puerta de calle; la bonne a tout faire cruzó la sala y siguió por el pasillo. La puerta se abrió junto con otro timbrazo, luego hubo voces y los tres que se encontraban en el salón permanecieron a la expectativa. Lincoln se movió para que el corredor quedara dentro de su campo de visión, y Marion se puso de pie. La criada regresó, seguida de cerca por las voces, que bajo la luz se convirtieron en Duncan Schaeffer y Lorraine Quarles. Estaban alegres, reían, lanzaban risotadas. Durante un momento Charlie se quedó atónito, incapaz de entender de dónde habían conseguido la dirección de Peters. -¡Ahhh! -Duncan agitó el dedo picarescamennnte ante Charlie-. ¡Ahhh! Ambos dejaron otra cascada de risas. Ansioso y desconcertado, Charlie les estrechó la mano con rapidez y los presentó a Lincoln y Marion. Esta saludó con un movimiento de cabeza, casi sin hablar. Había retrocedido un paso, hacia el fuego; su hijita estaba junto a ella, y Marion le pasó un brazo sobre los hombros. Con un creciente disgusto ante la invasión, Charlie esperó a que los recién llegados se explicaran. Al cabo de un esfuerzo de concentración, Duncan dijo: -Vinimos a invitarte a cenar. Lorraine y yo insistimos en que tiene que terminar todo este asunto de la cautela y el secreto de tu dirección. Charlie se acercó a ellos, como para obligarlos a retroceder hacia el corredor. -Lo siento, pero no puedo, Díganme donde piensan estar y les telefonearé dentro de media hora. No les produjo impresión alguna. Lorraine se sentó de súbito en el brazo de un sillón y concentrando la mirada en Richard exclamó: -¡Oh, que chiquillo encantador! Ven aquí... -Richard miró a su madre, pero no se movió. Con un perceptible encogimiento de hombros, Lorraine se volvió hacia Charlie. -Ven a cenar. Estoy segura de que a tus primos no les molestará. Te veo tan poco... -No puedo -repuso Charlie con sequedad-. Vayan a cenar ustedes, y yo los llamaré. La voz de ella se volvió desagradable. -Está bien, nos iremos. Pero recuerdo una vez que golpeaste a mi puerta a las cuatro de la mañana. Fui lo bastante comprensiva como para darte un trago. Vamos Dunc. Todavía con movimientos lentos, con el rostro vago, colérico, los pasos inseguros, se retiraron por el corredor. -Buenas noches -dijo Charlie. -¡Buenas noches! -exclamó Lorraine con énfaasis. Cuando volvió al salón, Marion no se había movido, sólo que ahora su hijo se encontraba de pie, dentro del círculo del otro brazo. Lincoln continuaba meciendo a Honoria de izquierda a derecha, como un péndulo horizontal. -¡Qué insolencia! estalló Charlie-. ¡Que enorme insolencia! Nadie le contestó: Se dejó caer en una butaca, tomó su vaso, lo volvió a dejar y dijo: -Gente a la cual hace dos años que no veo y que tiene el colosal descaro... Se interrumpió. Marion había exclamado "¡Oh!" en una veloz y furiosa explosión de sonido; hizo un movimiento brusco con el cuerpo y salió de la habitación. Lincoln dejó a Honoria con cuidado en el suelo. -Chicos, vayan y empiecen a tomar la sopa -dijo, y cuando obedecieron continuó, hablando a Charlie-: Marion no está bien, y no puede soportar golpes. Ese tipo de personas la enferman físicamente. -Yo no les dije que vinieran. Le habrán sonsacado tu nombre a alguien. Deliberadamente... -Bueno, es una lástima. Eso no ayuda para nada. Perdóname un momento. A solas, Charlie se quedó sentado, tenso. En la habitación vecina podía oír a los chicos comiendo, hablando en monosílabos, olvidados ya de la escena que se había desarrollado entre los mayores. Oyó un murmullo de conversación en una habitación más lejana y después el tintineo de un tubo telefónico descolgado, y presa de pánico se dirigió al otro extremo de la habitación, para no escuchar. Un minuto más tarde volvió Lincoln. -Mira, Charlie, creo que será mejor que nos olvidemos de la cena de esta noche. Marion se siente mal. -¿Está enojada conmigo? -Más o menos -respondió él con rudeza. No es fuerte y... -¿Quieres decir que ha cambiado de opinión con respecto a Honoria? -En este momento se siente muy dolorida. No sé. Telefonéame mañana al banco. -Querría que le explicaras que jamás se me ocurrió que esa gente vendría aquí. Estoy tan enojado como ustedes. -Ahora no podría explicarle nada. Charlie se puso de pie. Tomó su sombrero y abrigo, y salió al corredor. Luego abrió la puerta del corredor y dijo con voz extraña: -Buenas noches, chicos. Honoria se puso de pie y corrió alrededor de la mesa para abrazarlo. -Buenas noches, querida -dijo él con tono vago, y luego, tratando de hacer que su voz sonara más tierna, tratando de conciliar algo-: Buenas noches, queridos.
IV
Fue directamente al bar del Ritz, con la furiosa idea de buscar a Lorraine y Duncan, pero no estaban allí, y se dio cuenta de que, sea como fuere, nada podía hacer. No había tocado su bebida en lo de Peters, y pidió un whisky con soda. Paul se acercó para saludarlo. -El cambio es grande -dijo con tristeza-. Tenemos la mitad de clientes que antes. He oído hablar de muchos que en Estados Unidos lo perdieron todo, quizá no en el primer colapso de la Bolsa, pero sí en el segundo. Tengo entendido que su amigo George Hardt perdió hasta el último centavo. ¿Usted ha vuelto a Estados Unidos? -No, estoy trabajando en Praga. -Oí decir que había perdido mucho dinero en la Bolsa. -Sí -y agregó con acento tétrico-, pero desspués, con el auge, perdí todo lo que tenía. -Vendió todo lo que tenía... -Algo por el estilo. Una vez más, el recuerdo de aquellos días lo barrió como una pesadilla: la gente que habían conocido en los viajes, gente que no sabía sumar una columna de cifras o pronunciar una frase coherente. El hombrecito con quien Helen consintió en bailar en la fiesta del barco, y que la insultó a tres metros de la mesa; las mujeres y jovencitas que eran sacadas de lugares públicos, chillando, repletas de bebidas o drogas... ...Los hombres que dejaban a sus mujeres en la nieve, porque la nieve del veintinueve ya no era real. Si uno no quería que fuese nieve, gastaba un poco de dinero y lo lograba. Se dirigió al teléfono y llamó al departamento de Peters, lo atendió Lincoln. -Te llamé porque eso me preocupa. ¿Marion ha dicho algo definitivo? -Marion se siente mal -respondió Lincoln con laconismo-. Sé que no tienes la culpa del todo, pero no me es posible permitir que quede destrozada por esto. Me temo que tendremos que dejar pasar unos seis meses. No puedo correr el riesgo de que vuelva a caer en este estado. -Entiendo. -Lo siento, Charlie. Volvió a su mesa. Su vaso de whisky estaba vacío, pero sacudió la cabeza cuando Alix lo miró interrogadoramente. Ahora ya no podía hacer gran cosa, salvo enviar a Honoria algunos regalos; mañana le mandaría muchos. Pensó, con cierto enojo, que eso no era más que dinero... había dado dinero a tanta gente... -No, basta -dijo a otro camarero-. ¿Cuánto debo? Algún día volvería; no podían hacerle pagar eternamente. Pero quería a su hija, y aparte de ese hecho no había ninguna otra cosa buena. Ya no era joven, ni tenía una cantidad de pensamientos y sueños que pensar y soñar a solas. Estaba seguro de que Helen no habría querido que se sintiera tan solo.

GALERAS 2

Los periodistas somos, por sobre todo, REDACTORES. Obviamente redactamos para el periodismo escrito, pero también para el periodismo radial y para el televisivo (¿qué creen que leen los ojitos dormilones de Jessica Tapia cuando conduce Panorama?). Nuestros blogs serán los mejores ejemplos de que también redactamos para el periodismo digital. Y para redactar bien es necesario LEER mucho. Encontrar la lógica de los textos. Debemos llegar a sentir a la lectura como el exígeno vital que nos permite redactar (escribir) y disertar (hablar) con propiedad y solvencia. Por ello, en GALERAS DIGITAL siempre difundiremos la palabra y el verbo de los grandes escritores. Para esta primera vez hemos escogido el cuento Babilonia revisitada del norteamericano Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), quien es uno de los representantes de la denominada "Generación Perdida", que vivió extremadamente la "vida loca" en el París de finalizada la primera gran guerra. Las novelas El último magnate y El gran Gatsby de Fitzgerald fueron llevadas al cine con mucho éxito. Muy en especial la segunda de las nombradas. En GALERAS DIGITAL tenemos escenas de dicho filme, protagonizado por Robert Redford y Mia Farrow.
Babilonia Revisitada cuenta el retorno a París (Babilonia) de un escritor norteamericano que en el pasado vivió allí largos años de bohemia y de alcoholismo. En ese París perdió a su esposa y dejó a una hija bajo el cuidado de su cuñada. Charles Wales piensa que está curado y ha regresado por la niña que ahora tiene 9 años. Pero a pesar de que París ya no es el mismo que conoció recae en su alcoholismo, pierde otra vez a su hijita, es derrotado por su sed de volver a vivir con su esposa irremediablemente muerta (a la que ve en sus sueños y delirios), triunfa su cuñada quien evita que él rehaga su vida con su hija. Son los días inmediatos a la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York (1929).
BABILONIA REVISITADA
(Primera Parte)
Cuento Francis Scott Fitzgerald
Charlie vuelve a París para recuperar a su su hija, pero antes deberá demostrar que la merece
I
-¿Y dónde está Mr. Campbell? -preguntó Charlie. -Se fue a Suiza. Mr. Campbell es un hombre muy enfermo, Mr. Wales. -Lo lamento. ¿Y George Hardt? -averiguó Charlie. -Ha vuelto a Norteamérica, fue a trabajar. -¿Y dónde está El Pájaro de la Nieve? -Estuvo aquí la semana pasada. De cualquier manera, su amigo, Mr. Schaeffer, está en París. Dos nombres familiares de la lista de hace un año y medio. Charlie garabateó una dirección en su libreta y arrancó la página. -Si ve a Mr. Schaeffer, déle esto -dijo-. Es la dirección de mi cuñado. Todavía no me he establecido en un hotel. En realidad no lo desilusionó encontrar a París tan desierto. Pero el silencio que reinaba en el bar del Ritz era extraño y portentoso. Ya no era un bar norteamericano; se sintió cortés, y no como si le perteneciera. En eso se había vuelto a Francia. Sintió el silencio desde el momento en que bajó del taxi y vio al portero, antes por lo general hundido en un frenesí de actividad a esa hora, chismorreando con un chasseur junto a la entrada de los criados. Al pasar por el corredor escuchó una única voz aburrida en el baño de mujeres, otrora clamoroso. Cuando entró en el bar recorrió los seis metros de alfombra verde con la mirada clavada adelante, por antigua costumbre; y luego, con el pie afirmado en la barra, se volvió y examinó el salón, y sólo encontró un par de ojos que aletearon por encima de un periódico, en el rincón. Charlie preguntó por el jefe de mostrador: Paul, quien en los últimos días del alza de los valores de Bolsa iba a trabajar en su propio auto hecho de encargo, aunque desembarcaba de él, con la debida delicadeza, en la esquina más próxima. Pero Paul estaba ese día en su casa de campo y Alix era quien le proporcionaba las informaciones. -No, no -dijo Charlie-, en estos días he disminuido el ritmo. Alix lo felicitó: -Hace un par de años le daba duro. -Me mantendré firme -le aseguró Charlie-. Hace ya un año y medio que me mantengo firme. -¿Cómo está la situación en Norteamérica? -Hace meses que no voy. Me ocupo de negocios en Praga, represento a un par de empresas de allí. No saben nada de mí. Alix sonrió. -¿Recuerda la noche de la despedida de soltero de George Hardt? -preguntó Charlie-. De paso, ¿Qué es de la vida de Claude Fessenden? Alix bajó la voz confidencialmente: -Está en París, pero ya no viene aquí. Paul no se lo permite. Acumuló una cuenta de treinta mil francos, con todo lo que bebía y los almuerzos, durante más de un año. Y cuando Paul le dijo por último que tenía que pagar, le dio un cheque sin fondos. Alix meneó la cabeza con expresión de tristeza. -No lo entiendo, tan buen tipo. Ahora está todo hinchado... -Dibujó con las manos una manzana regordeta. Charlie contempló a un grupo de estridentes maricas que se instalaban en un rincón. "Nada los afecta -pensó-. Las acciones suben y bajan, la gente holgazanea o trabaja, pero ellos siguen sin parar." El lugar le resultaba opresivo. Pidió los dados y jugó con Alix por la bebida. -¿Se queda mucho tiempo, Mr. Wales? -Estaré cuatro o cinco días para ver a mi hijita. -¡Ahh! ¿Tiene una hijita? Afuera, los letreros color rojo fuego, azul de gas, verde fantasmal, brillaban, humosos, por entre la lluvia tranquila. La tarde estaba avanzada y las calles en movimiento: los bistros resplandecían. En la esquina del Boulevard des Capucines, tomó un taxi. La Place de la Concorde pasó de largo en rosada majestad; cruzaron el lógico Sena, y Charlie sintió la repentina cualidad provinciana de la orilla izquierda. Ordenó al conductor que pasara por la Avenue de l'Opéra, que no le quedaba de paso. Pero quería ver la hora azul extenderse por la magnífica fachada e imaginar que las bocinas de los coches, que tocaban interminablemente los primeros compases de La Plus que Lente, eran las trompetas del Segundo Imperio. Estaban cerrando la verja de hierro frente a la librería de Brentano, y la gente ya cenaba detrás del pulcro y pequeño cerco burgués de Duval. Cena de cinco platos, cuatro francos cincuenta, dieciocho centavos de dólar, vino incluido. Por alguna extraña razón, deseó estar allí. Mientras seguían hacia la Orilla Izquierda y sentía el repentino provincianismo de ésta, pensó: "yo mismo me arruiné en esta ciudad. No me di cuenta, pero los días venían uno tras otro, y de repente pasaron dos años, y todo desapareció, y yo también". Tenía treinta y cinco años, y buen aspecto. La movilidad irlandesa de su rostro era atemperada por la profunda arruga que tenía entre los ojos. Cuando tocó el timbre de la puerta de su cuñado, en la Rue Palatine, la arruga se ahondó hasta hacer descender las cejas; sintió en el vientre una sensación de calambre. Por detrás de la criada que abrió la puerta se precipitó una chiquilla encantadora, de nueve años, que chilló "¡Papito!" y voló, retorciéndose como un pez, a sus brazos. Le hizo girar la cabeza, tomándola de una oreja, y apoyó la mejilla contra la de él. -¡Oh, papito, papito, papito, papito, papá, papá, papá! Lo arrastró hacia el salón, donde esperaba la familia, un chico y una niña de la edad de su hija, su cuñada y el esposo. Saludó a Marion con la voz cuidadosamente dominada para evitar un entusiasmo fingido o un desagrado, pero la respuesta de ella fue de una tibieza más franca, aunque minimizó su expresión de inalterable desconfianza dirigiendo la mirada hacia la niña. Los dos hombres se estrecharon la mano en forma amistosa y Lincoln Peters posó una, durante un instante, en el hombro de Charlie. La habitación era cálida y cómodamente norteamericana. Los tres chicos se movían en ella con intimidad, pasaban, jugando, por los rectángulos amarillos que comunicaban con los otros cuartos; la alegría de las seis hablaba en los ávidos chasquidos del fuego y en los sonidos de actividad francesa de la cocina. Pero Charlie no se aflojó; tenía el corazón rígidamente sentado en el cuerpo y extraía confianza de su hija, que de vez en cuando se le acercaba, teniendo en brazos la muñeca que él le había llevado. -Muy bien, de veras -declaró en respuestta a la pregunta de Lincoln-. Los negocios no se mueven mucho allí, en general, pero a nosotros nos va mejor que nunca. En realidad, demasiado bien. El mes que viene haré viajar a mi hermana de Norteamérica, para que me atienda la casa. Mis ingresos del año pasado fueron mayores que cuando tenía dinero. ¿Sabes? Los checos... Su jactancia tenía un motivo específico, pero al cabo de un momento, al advertir cierta impaciencia en la mirada de Lincoln, cambió de tema: -Tienes unos hijos magníficos, bien educados, buenos modales... -Nosotros creemos que Honoria también es una buena chica. Marion Peters regresó de la cocina. Era una mujer alta, de ojos preocupados, que antaño había sido dueña de un fresco encanto norteamericano. Charlie nunca fue sensible a ese encanto y siempre se sorprendía cuando oía hablar a la gente de lo hermosa que había sido. Desde el comienzo hubo una antipatía instintiva entre ambos. -Bueno, ¿Cómo encuentras a Honoria? -preguntó ella. -Espléndida. Me asombró lo mucho que creció en diez meses. Todos los chicos tienen buen aspecto. -Hace un año que no llamamos a un médico. ¿Qué te parece estar de vuelta en París? -Me parece raro ver a tan pocos norteamericanos por aquí. -A mí me encanta -respondió Marion con vehemencia-. Ahora por lo menos puedes entrar en una tienda sin que se suponga que una es millonaria. Hemos sufrido como todos, pero en general resulta mucho más agradable. -Pero fue bueno mientras duró -dijo Charlie-. Eramos una especie de realeza casi infalible, estábamos rodeados de una especie de magia. En el bar, esta tarde... -balbuceó al darse cuenta de su eror- no había nadie conocido. Ella le lanzó una mirada penetrante. -Creí que ya estabas cansado de los bares. -Apenas me quedé un minuto. Bebo un trago todas las tardes, y nada más. -¿Quieres un cocktail antes de la cena? -inquirió Lincoln. -Sólo bebo un trago por la tarde, y ya lo he bebido. -Espero que lo cumplas -dijo Marion. Su desagrado resultaba evidente en la frialdad con que hablaba, pero Charlie sonrió; tenía planes más amplios. La agresividad de Marion le daba una ventaja, y sabía esperar. Quería que iniciaran la discusión de lo que, según sabían, lo había llevado a París. Durante la cena no pudo decidir si Honoria se parecía más a él o a la madre. Sería una suerte si no combinaba los rasgos de ambos que los habían llevado al desastre. Lo recorrió una gran oleada de sentimiento protector. Se le ocurrió que sabía que podía hacer por ella. Creía en el carácter; deseaba retroceder de un salto toda una generación y volver a confiar en el carácter como elemento eternamente valioso. Todo lo demás se desgastaba. Se despidió poco después de la cena. Sentía curiosidad por ver a París de noche, con ojos más claros y sensatos que los de otros tiempos. Pagó un strapontin en el Casino y contempló a Josephine Baker, que ejecutaba sus arabescos de chocolate. Una hora más tarde salió y se dirigió caminando hacia Montmartre, Rue Pigalle arriba, hasta la Place Blanche. La lluvia había cesado y algunas personas en trajes de noche bajaban de taxis frente a los cabarets, las cocottes se paseaban solas o en parejas, y se veía muchos negros. Pasó ante una puerta iluminada por la que salían sonidos de música, y se detuvo, con un sentimiento de familiaridad; era Bricktop, en donde se había desprendido de tantas horas y tanto dinero. Unas puertas más allá se encontró con otro antiguo lugar de reuniones, y asomó incautamente la cabeza. En el acto una ansiosa orquesta estalló en ruido, un par de bailarines profesionales se pusieron de pie de un salto y un maitre se precipitó hacia él, exclamando: "¡Está por llegar mucha gente, señor!". Pero Charlie se retiró con rapidez. "Había que estar borracho perdido", pensó. Zelli estaba cerrado, y los torvos y siniestros hoteles baratos que lo rodeaban se encontraban a oscuras. En la Rue Blanche había más luz y una muchedumbre francesa local, coloquial. La Cueva de los Poetas había desaparecido, pero las dos grandes bocas del Café del Cielo y el Café del Infierno seguían bostezando, e inclusive, mientras miraba, devoraron el magro contenido de un omnibus de turismo: un alemán, un japonés y una pareja norteamericana que lo miraron con ojos asustados. Eso, es lo que se refería al esfuerzo e ingenio de Montmartre. El negocio del vicio y el derroche se desarrollaba en escala absolutamente infantil, y de pronto reconoció el significado de la palabra "disipar": disiparse en el aire tenue, convertir algo en nada. En las altas horas de la noche, todo traslado de un lugar a otro era un enorme salto humano, un aumento del pago por privilegio de un movimiento cada vez más lento. Recordó billetes de mil francos entregados a una orquesta para que tocara una sola pieza, billetes de cien francos arrojados a un portero por llamar un taxi. Pero no había sido dado por nada. Había sido dado -aun las sumas más locamente dilapidadas- como una ofrenda al destino, para que le permitiera no recordar las cosas más dignas de ser recordadas, las que ahora recordaría siempre: su hija arrebatada, su esposa fugada a una tumba en Vermont. Bajo el resplandor de un brasserie, una mujer le habló. Le pagó unos huevos y café, y luego, esquivando su mirada alentadora, le dio un billete de veinte francos y tomó un taxi hasta su hotel.
II
Despertó en un magnífico día de otoño: tiempo de fútbol. La depresión de la víspera había desaparecido, y le gustó la gente en la calle. Al mediodía se encontraba sentado frente a Honoria, en Le Gran Vatel, el único restaurante que se le ocurrió, y que no le recordaba cenas con champagne y prolongados almuerzos que empezaban a las dos y terminaban en un crepúsculo borroso y vago. -¿Qué te parece alguna verdura? ¿No debeerías comer verdura? -Bueno, sí. -Aquí hay épinards y chou-fleur> y zanahorias y haricots. -Me gustaría un poco de chou-fleur.< -¿No quieres dos verduras? -Por lo general como una sola durante el almuerzo. El camarero fingía adorar desmesuradamente a los niños. Qu'elle est mignonne la petite! Elle parle exactement comme une francaise. -¿Y de postre? ¿Esperamos? El camarero desapareció. Honoria miró a su padre con expresión de expectativa. -¿Qué vamos a hacer? -Primero iremos a esa juguetería de la Rue Daint-Honoré y compraremos lo que quieras. Después, al vodevil del Empire. Ella vaciló. -El vodevil me gusta, pero no lo de la juguetería- ¿Por qué? -Bueno, ya me regalaste esta muñeca. -La llevaba consigo-. Y tengo montones de cosas. Y ya no somos ricos, ¿verdad? -Nunca lo fuimos. Pero hoy puedes tener todo lo que quieras. -Muy bien -aceptó ella, resignada. Cuando estaban la madre y una niñera francesa, él había mostrado tendencia a ser estricto; ahora se daba en mayor medida, buscaba una nueva tolerancia; tenía que ser ambos padres a la vez para su hija y no excluirla de ninguna comunicación. -Quiero conocerte -dijo con gravedad-. Ante todo, permíteme que me presente. Me llamo Charles J. Wales, de Praga. -¡Oh papito! -La voz se le quebró de rissa. -¿Y quién eres tú, por favor? -insistió y ella aceptó el papel inmediatamente: -Honoria Wales, Rue Palatine, París. -¿Casada o soltera? -No, casada no, soltera. El indicó la muñeca. -Pero veo que tienes una hija, madamme... Como no quería desheredarla, se la llevó al corazón y pensó con rapidez: -Sí, estuve casada, pero ya no lo estoy.. Mi esposo ha muerto. -¿Y el nombre de la niña? continuó él. -Simone. Por mi mejor amiga de la escuela. -Me alegro de que te vaya tan bien en la escuela. -Este mes soy la tercera -se jactó la niiña-. Elsie -era su prima- es apenas la decimoctava, y Richard está abajo de todo. -Quieres a Richard y Elsie, ¿no? -Oh, sí. Richard me gusta mucho, y a ella también la quiero. Con cautela, y fingiendo negligencia, él preguntó: -¿Y a tía Marion y tío Lincoln? ¿A cuál de los dos quieres más? -Oh, a tío Lincoln, supongo. Charlie tenía cada vez más conciencia de la presencia de su hija. Cuando entraron los siguió un murmullo de "adorable", y ahora la gente de la mesa vecina dirigía hacia ella todos sus silencios, y la contemplaba como si fuese algo tan poco consciente como una flor. -¿Por qué no vivo contigo? -preguntó Honoria de pronto-. ¿Por qué mamá ha muerto? -Tienes que quedarte aquí y aprender más francés. A papá le habría resultado muy difícil cuidarte tan bien. -En realidad ya no necesito que me cuiden tanto. Lo hago todo yo misma. Al salir del restaurante, un hombre y una mujer lo saludaron inesperadamente: -¡Bueno, el viejo Wales! -Hola, Lorraine... Dunc. Repentinos fantasmas surgidos del pasado: Duncan Schaeffer, un amigo de la universidad. Lorraine Quarles, una rubia encantadora y pálida, de treinta años; una de una multitud que los había ayudado a convertir los meses en días, en los pródigos tiempos de hacía tres años. -Mi esposo no pudo venir este año -dijo ella, en respuesta a su pregunta-. Estamos tan pobres como el diablo. De modo que me pasa doscientos por mes; me ha dicho que me las arregle como peor pueda con eso... ¿Es tu hija? -¿Que te parece si entras de vuelta y nos sentamos? -inquirió Duncan. -No puedo. -Le alegró tener un excusa. Como siempre, sintió el atractivo apasionado y provocador de Lorraine, pero su propio ritmo era diferente ahora. -Bueno, ¿Y cenar juntos? -preguntó ella. -No estoy libre. Dame tu dirección y te llamaré. -Charlie, me parece que estás sobrio -dijo ella, con tono de sensatez-. De veras, creo que estás sobrio, Dunc. Pellízcalo, para ver si está sobrio. Charlie indicó a Honoria con la cabeza. Ambos rieron. -¿Cuál es tu dirección? -averiguó Duncan, escéptico. Charlie vaciló, pues no deseaba darles el nombre del hotel. -Todavía no estoy ubicado. Será mejor que te llame yo. Vamos a ver el vodevil del Empire. -¡Magnífico! Eso es lo que quiero hacer -dijo Lorraine-. Necesito ver algunos payasos y acróbatas y malabaristas. Eso es lo que haremos, Dunc -Primero tenemos que hacer una diligencia -replicó Charlie-. Quizá nos veamos allí. -Está bien, orgulloso... Adiós, bonita. -Adiós. Honoria saludó cortésmente con la cabeza. En cierto modo, un encuentro desdichado. Les gustaba porque funcionaba, porque era serio; deseaban verlo porque era más fuerte que ellos ahora, porque querían extraer cierto apoyo de su fuerza. En el Empire, Honoria, orgullosa, se negó a sentarse en el sobretodo plegado de su padre. Era ya un individuo con un código propio, Y Charlie se sintió cada vez más absorbido por el deseo de poner un poco más de sí en ella antes que cristalizara por completo. Era imposible tratar de conocerla en tan poco tiempo. En el entreacto se encontraron con Duncan y Lorraine, en el vestíbulo, donde tocaba la orquesta: -¿Vamos a beber? -Bueno, pero no en el bar. Nos sentaremos a una mesa. -El padre perfecto. Mientras escuchaba, distraído, a Lorraine, Charlie vio que la mirada de Honoria se apartaba de la mesa, y la siguió, ansioso por el salón, preguntándose qué estaría viendo. Los ojos de ambos se encontraron, y la niña sonrió, -Esa limonada me gustó -dijo. ¿Qué había dicho? ¿Qué esperaba él? Después, al regresar en un taxi, la atrajo hacia sí, hasta que su cabeza reposó en el pecho de él. -Querida, ¿alguna vez piensas en tu madre? -Sí, a veces -respondió Honoria con vaguedad. -No quiero que la olvides. ¿Tienes una foto de ella? -Sí, creo que sí. Por lo menos tía Marion tiene una. Por que no quieres que la olvide? -Te quería mucho. -Yo también. Guardaron silencio durante un momento. -Papito, quiero ir a vivir contigo -dijo ella de pronto. El corazón le saltó a Charlie en el pecho; había deseado que las cosas resultaran así. -¿No eres feliz? -Sí, pero te quiero más que a nadie. Y tú me quieres más que a nadie, ¿no es cierto, ahora que mamá ha muerto? -Por supuesto. Pero no siempre me querrás más que a nadie, tesoro. Crecerás y conocerás a alguien de tu edad y te casarás con él y te olvidarás de que alguna vez tuviste un padre. -Sí, es verdad- admitió ella con tranquilidad. El no entró. Regresaría a las nueve, y quería mantenerse fresco y nuevo para lo que debía decir entonces. --Cuando estés segura adentro, asómate por la ventana. -Muy bien. Adiós papá, papá, papá, papá.